El miércoles, después una hora de clase con nuestros profesores españoles adelantando deberes del colegio, nos llevaron a todos (correspondientes franceses incluidos) a una excursión en St. Emilion (un pequeño pueblo de Burdeos conocido por sus viñedos). Me pareció un pueblo de lo más silencioso y pintoresco. Y en cuanto encontré el momento, fui a una pastelería de por ahí para cogerle a mis padres los típicos macarons y canelés del lugar.
Después de visitar St. Emilion y de comer en un restaurante de lo más cutre, nos llevaron a un chatêau, donde pudimos ver sus viñedos y bodegas. ¡No estuvo mal la excursión, yo me lo pasé bien!
A la vuelta, nos vino a buscar la madre de mi francesa con el coche. Y como mi francesa tenía clase de baile y los demás tenían no sé qué historias con no sé quién, me quedé yo solita tan a gusto en casa adelantando deberes del cole de la semana que estaba perdiendo de clases.
A la noche, teníamos cena de clase y yo estaba muertíiiiiisima, así que aproveché para dormirme un buen rato hasta que llegara la hora de irnos. La cena fue en un restaurante bastante bueno del centro de la ciudad y la hicimos en modo de despedida con todos los españoles y todos los franceses. ¡Todo estábamos muy tristes... nos íbamos al día siguiente! Os dejo con unas fotos de la cena.
¡Feliz día de los inocentes!